viernes, 31 de julio de 2009

El escultor

El escultor El gato negro
-Cuénteme los detalles… - Exigí al policía local mientras subíamos las escaleras rumbo al departamento de la víctima.
-Los vecinos notaron la desaparición de la chica una semana después del delito.
Un olor fétido invadió todo el piso, fue entonces cuando una vecina, que tenía una llave de repuesto que ella misma le había entregado, entró a su departamento y la descubrió.- Respondió y después añadió un tanto nervioso. – Es mejor que usted misma vea a la víctima, jamás había visto algo tan impactante…
En mi interior hubiera querido decir lo mismo, pero yo sabía bien que años en esta ocupación me habían vuelto un tanto fría ante todo tipo de escenas, que personas comunes ni siquiera se atreven a imaginar. Aunque, la verdad es que por la noche todas esas escenas vuelven a mi mente y comienzo a ahogar gritos en mi almohada.
-¿Es en este lugar?- Le pregunté.
-Así es detective Victoria. – Dijo mientras retiraba la cinta restrictiva que resguardaba el área, para abrirnos paso.
Al entrar el olor penetró en mi nariz de golpe, obligándome a llevar mi mano izquierda a mi rostro. Busqué en mis bolsillos por un pañuelo, cubrí mi nariz y boca con el mismo, pero el horrible olor aun seguía… Olía a carne… a carne putrefacta. A partir de ese olor mi mente se dispuso a si misma para una noche más de imágenes inolvidables.
El policía, que había cubierto la parte inferior de su rostro con su chaqueta, señaló a la chica, y después volteó su mirada hacia mí, sus ojos parecían querer escapar de tan horripilante imagen… y no era para menos. Una chica de unos 19 años de edad estaba literalmente incrustada en la pared. Los brazos estaban abiertos y en cada muñeca se encontraba encajada una alcayata que la sostenía a la pared, las piernas estaban en posición vertical, cubiertas por una sabana blanca manchada de sangre y sus pies desnudos estaban unidos por una tercera alcayata, en un costado de su torso desnudo estaba clavada una improvisada estaca de madera y en su cabeza tenia puesta una especie de corona hecha con un alambre de púas. En la pared estaba escrito algo con sangre… decía “Crucifixión de Jesucristo”.
-Un extremista religioso… - fue lo primero que dije, aunque en realidad en el fondo yo sabía que este no sería tan sencillo de atrapar como los demás.
- Dejó un recado… - Dijo el policía, señalando la pared que se encontraba a nuestra derecha.

La primera vez fue la más difícil. A ella la conocía desde hace tiempo… era una conocida mía de la infancia, recuerdo que solíamos jugar juntos por largo tiempo, siempre me gustó verla correr y que su precioso cabello se moviera con el viento. Fue mucha suerte haberla encontrado esa tarde en la agitada ciudad, ella caminaba en dirección contraria mía y yo la reconocí a distancia.
-¡Hola!, ¡cuanto tiempo!- Me dijo ella en cuanto me reconoció.
-Demasiado diría yo - Dije fascinado al verla sonreír; en ese momento supe que ella sería la más indicada para semejante obra de arte.
-No sabes cuantas ganas tengo de charlar contigo, pero, voy tarde para ir a trabajar… ¿cómo le haremos…? – Parecía esforzarse para hallar una solución y entonces le dije.
-¿Por qué no te doy mi número telefónico?, así me llamas para poder ir a charlar a algún lugar… aunque la verdad es que no me gusta ir a lugares públicos… -Le dije mientras ella esbozaba una sonrisa.


-¿Qué te parece si hablamos en mi departamento?, no es muy amplio, pero sí bastante cómodo.
- De acuerdo… ¿por qué no me llamas mañana?, a las ocho estaría bastante bien ¿qué te parece? – Dije y un segundo después comencé a anotar mi número telefónico en un papel.
-Bien, entonces, nos veremos mañana. – Dijo mientras me daba un beso en mi mejilla. Mi corazón se llenó de júbilo… y a la vez… miedo.
Una hora antes de que mi teléfono sonara estaba inquieto, veía entusiasmado todos los recortes que estaban en mi pared… cada obra hermosa, tan llena de vida y a la vez tan careciente de espíritu.
Sonó el teléfono, el sonido del timbre se filtró por mis oídos, y se deslizó por todo mi cuerpo hasta llegar a mi mano, que presionó la jeringa. El liquido transparente llenó mi ser de un éxtasis que debía perdurar hasta el momento de estar a su lado… las acciones que estaba a punto de cometer llenaban mi corazón de dudas, pero ahora sería mucho más sencillo.
En poco tiempo mi puño tocaba la puerta de su departamento, aquel edificio de paredes grises hacía que el intervalo de tiempo que existía entre cada golpe durara una eternidad. Por fin mis ansiedades terminaron en el momento que ella abrió la puerta y me recibía con una hermosa sonrisa. Cuando entré, el olor a comida dominaba el ambiente. El tiempo parecía alentarse mientras ella ordenaba los platos. Al momento en que ella con su delicada mano izquierda puso el último vaso sobre la mesa, yo la miré a los ojos y la golpee en el rostro con todas mis fuerzas.
Estaba tendida en el suelo, así que aproveché su inconsciencia para crear dos poleas, no fue muy difícil por que contaba con el material adecuado… uno debe estar preparado para cualquier cosa. Después de haber terminado mi trabajo amarré sus muñecas con las sogas de las poleas y por fin la elevé a la altura adecuada.
Era momento…saqué de su propia cocina un cuchillo. De regreso jalé una silla del comedor, el ruido que producían las patas traseras de la silla no me incomodó en lo absoluto… pero al parecer a mi compañera si, ya que al poner la silla frente a ella, abrió sus ojos. Intentó hablar, pero la mordaza que le hice se lo impidió.
-Ya, ya… tranquila. Tú eres tan… perfecta… tan hermosa… Siempre lo has sido, y por fin… esa belleza será inmortalizada.-Dije al tiempo de subir a la silla para estar frente a ella.
Ella intentó mover los brazos, pero se dio cuenta que era inútil. Se notaba triste, más en ese momento no me importó… aún no me importa.
Pasé el cuchillo por su rostro, lentamente, sin herirla. Después el cuchillo se traslado hasta su nuca, ella me miró a los ojos, nerviosa, pero no me importó, y de un tajo corté su cabellera.
- No te preocupes, vuelve a crecer…- Y comencé a cortarle más el cabello hasta que note que era del tamaño adecuado.
Ella comenzó a llorar, yo atrapé una de sus lágrimas con mis labios, sabía como agua de mar. Me bajé de la silla y fui por mis herramientas. El martillo era pesado, pero se volvía más ligero mientras avanzaba hacia ella. Subí de nuevo a la silla, posicioné el gran clavo en su muñeca, apunté con el martillo y… comenzó. El sonido de una orquesta completa retumbó en mis odios, mientras el primer golpe que daba salpicaba mi rostro con su sangre, no pude contener una sonrisa y después di el segundo golpe, éste llenó mis dientes con pequeñas gotas de rojo intenso, de ahí no podía contar mis golpes ni contenerlos. Uno tras otro, me brindaban tanto jubilo… era tanta mi felicidad


que empecé a golpear más fuerte, después más rápido, después más fuerte y más rápido y más fuerte… Hasta que noté que el clavo estaba completamente adentro. Volteé a ver el rostro de aquel ángel, y noté como aún gritaba con todas sus fuerzas… pero era inútil... ningún gritó lograba filtrarse por aquel pedazo de tela que había colocado en su boca.
Terminé con su otro brazo y sus pies, ella aún estaba viva, esta vez solo sollozaba. Fui a la cocina, la examiné con mis ojos y encontré un viejo y sucio trapeador… No… no era un trapeador, era una lanza. Rompí el palo de aquel objeto sin vida y regresé con ella.
-Debes estar contenta mi musa… eres la primer obra de arte que he creado… y debo decirte que ha sido un placer… Mi reina. – Y saqué de mi valija la corona.
Volví a pararme sobre la silla y mi mirada chocó directamente con la suya mientras descendía la corona que había hecho con alambre. Cuando ésta estuvo colocada, y algunas gotas de sangre manchaban las púas, bajé de un salto de la silla. Recogí la lanza, la miré, ella me miró, yo preparaba el golpe y ella comenzó a dar negaciones con su cabeza. De un golpe, fatal y fugaz penetré su abdomen desnudo, mientras sus pupilas se dilataban y se llenaba de carmesí la mordaza, el instante perduró y mi felicidad llegaba al clímax hasta que ella, bajó su cabeza de golpe… Aún no termino… falta la firma.

-“Sólo una mujer tiene la perfección para ser el hijo de Dios”… Es lo que dice detective, y debajo de eso puso lo que creo que es una “S”.
- No es una “S” es un “5”… está pintado con los dedos, ¿cierto? Dudo mucho que sea tan tonto como para pintarlo con sus propias manos – Observé.
- Y tiene la razón.- Dijo el policía señalando la mano derecha de la victima. Noté la ausencia del dedo índice y luego le pregunté.
- ¿Encontraron el miembro?
- No, y eso no es todo… al parecer usó guantes pues no se encontró una sola huella dactilar, y debido a que le cortó el cabello a la victima y lo esparció, nos fue imposible encontrar alguna muestra capilar del culpable.
Volví a ver a la víctima, anoté los datos que creí que fuesen sobresalientes y regresé a mi hogar.
Pasaron tres días desde la aparición de la primera víctima y yo hubiera olvidado completamente el caso si esa noche no hubiese recibido esa llamada…
-Diga.
- ¿Victoria?
- Ah… eres tú Raúl.
- Si, llamo para preguntarte algo.
- Pregunta.
- ¿Sabes algo de un asesino que deja un “5” escrito en sangre?
- Un “5”…. Espera… Sí, mató a una chica llamada María de Jesús.
- Bueno… también a un chico que estudiaba filosofía…
Unas horas después me encontraba frente a dos padres llorando y un cuarto ensangrentado. Los padres me contaron que el chico había invitado a alguien a su casa en su ausencia, y cuando regresaron se encontraron con el cuerpo mutilado de su primogénito.
Entré al cuarto del muchacho y mi sorpresa no tuvo límites. En un banco estaba un chico de una complexión admirable, estaba sentado completamente desnudo, a su
barbilla estaba unida su mano derecha con hilaza y a su vez, el codo del mismo brazo estaba unido con hilaza a su pierna izquierda, su mano izquierda estaba sobre su rodilla
de nuevo con hilaza ensangrentada, lo más sorprendente es que su rostro estaba sereno y pensativo, todo hubiese sido perfecto en ese rostro… de no ser por esa contusión en su frente. En el piso había escrito algo con sangre, decía “El pensador”, revisé las cuatro paredes en búsqueda de algo más, solo algunas salpicaduras de sangre…. Entonces se me ocurrió voltear hacia arriba… en el techo, también con sangre, había un mensaje: “El pensamiento es lo único que puede romper con la barrera de la ignorancia”, y debajo de esa nota había un “5”

Al tratarse de un hombre, me fue extraño el convencerlo de ir a su casa solos… más difícil aún cuando lo acabas de conocer en un vehiculo de transporte público… No puedes conquistar a alguien de tus mismas preferencias, pero lo bueno es que, por la misma razón, me fue sencillo ganar su confianza.
Estaba sentado en el rincón esperando ese momento… mi reloj marcaba las 8:05 y ya me sentía con ansiedad… estaba cayendo en una gran desesperación mientras las manecillas daban su marcha lenta e interminable cuando por fin… sonó el teléfono, y por fin mi cuerpo se llenó de esa sustancia adictiva, otra vez el éxtasis llegó a mí y estaba preparado para otra noche inigualable.
Había una figura de bronce en su habitación, él me la pasó con su mano izquierda… Y me dijo algo de un premio. Él charlaba incesante y yo sólo afirmaba con la cabeza, era tan… sencillo… sin complicaciones… Todo estaba ahí, como si el destino mismo lo hiciera.
Yo tomé la figura de bronce y él hablaba, sus dientes no eran blancos… mas bien amarillentos, y yo solo veía como su boca hablaba incansable… Notaba hasta los detalles más insignificantes, cómo sus labios se unían por líneas de saliva, cómo sus dientes chocaban y, de repente, cómo éstos seguían hablando sin emitir sonido alguno… No pude más y le asesté un buen golpe en la frente con la figurilla de bronce. Estaba despierto, supuse que no se desmayaría así que inmediatamente me lancé sobre él y comencé a asfixiarlo con mis manos.
Fue hermoso, la gran aguja hacía que la hilaza entrara blanca y pura, y saliera roja y poderosa. Podía sentir cómo iba penetrando el metal en la carne… lamenté que este individuo no pudiera ver lo precioso que estaba pasando en ese instante… pero no importaba… yo lo vivía. Y pronto más personas lo verían.

Yo lo llamé el asesino del “5” aunque, cuando aparecieron más victimas noté que no era tan repetitivo. Encontraron a una chica que le habían arrancado los brazos, la llamó “La Venus”… había escrito un “8” en sangre.

¿Qué cual fue mi inspiración con la tercera victima? Bueno, al igual que la obra original ella tenía brazos… el serrucho se encargó de solucionarlo.

La cuarta victima fue un chico muy atlético, el chico se llamaba David y así llamó a su “obra”… a este lo habían asesinado a golpes con un objeto contundente… había un “4” escrito en su abdomen.

Jajaja, el pobre tipo sólo sentía los golpes de mi martillo en todo su cuerpo, él había golpeado a muchos chicos menores que él en su vida… supongo que a muchos les
hubiera gustado ver cómo lloraba y suplicaba cuando, con mucho placer debo admitir, lo desnucaba.

La quinta víctima fue una chica que luchaba por los derechos de lo animales, la encontraron en su cuarto parada, con varillas metálicas enterradas permitiendo la posición erguida en la que se encontraba, tenía en su mano un antorcha encendida, su cuerpo estaba cubierto por una sábana… pero noté que algo goteaba y al quitar la sabana vi asqueada que no tenia piel en su abdomen… “Libertad” Y estaba escrito, en sangre obviamente, un “3” en un cuadro que tenía en la pared

¿Qué puedo decir de lo que le hice a nuestra preciosa dama que proclama Libertad?, bueno… a veces uno solo desea divertirse…

“Hermes con Dionisio niño”… comencé a odiarlo cuando vi que el maldito ahogó a un bebé de unos 7 meses… a su padre le cortaron el brazo… El maldito… los mató y puso sus cuerpos inertes juntos por su obsesión… tenían un “9” escrito en sangre a sus espaldas…

¿Que fue insensato?, no… ese niño ya hizo algo grande de su vida… cosa que muchas personas al llegar a su muerte no planificada jamás lograron.

Encontramos el cuerpo de un joven de unos 14 años, estaba suspendido por cuerdas que se clavaban en su cuerpo debido a ganchos como los que usan los carniceros… el numero “0” estaba escrito en el piso justo debajo de él…”La anunciación”
Su verdadero nombre, su verdadera ocupación… lo llamé el escultor… Tenía la manía de mutilar a sus victimas antes de matarlas sin piedad y ajustar su cuerpo de tal forma de que semejasen una escultura famosa…
¿Qué tenían en común todas estas victimas?, a todas ellas les habían cortado el dedo índice de su mano derecha…. Vamos Victoria tú puedes descubrir más…. Todas ellas estaban relacionadas con el titulo de la obra, ya sea por su nombre o por su ocupación… ¿Por qué deja un número diferente… por qué?

Las últimas tres victimas fueron en un corto tiempo… al contrario de lo que pensaba la cantidad de heroína a la que estaba acostumbrado a consumir había disminuido cada vez que iba dar una visita a mis amigos… eran los únicos que podían encontrarme… pero pobre de ellos si no era a la hora adecuada… Ahí estaba de nuevo ese sonido… el sonido del timbre del teléfono, mi cuerpo se excitó y entró a un estado de placer inigualable… pero esta vez noté algo, la inyección seguía llena… ¿Por qué entonces tengo la misma sensación?
-Necesito verte… nos veremos en un rato… ¿de acuerdo? – Le dije, y colgué sin escuchar su respuesta.
Cuando me encontraba frente a él no perdí el tiempo, le di un codazo en la nuca haciendo que gritara de el dolor, aproveché el instante para poner mis manos en su boca abierta; él intentó morderme… ¿Quién creía que era?, yo sabía lo que hacía… tonto… le disloque la quijada, el crujido se mezcló con un grito de dolor… yo apenas comenzaba…
Una de las mejores obras que he realizado, la cabeza apuntaba hacia el techo, con su boca abierta por las quijadas dislocadas, sus dedos de las manos estaban rotos hacia atrás, y lo que fue más hermoso, y difícil de realizar, fue que la mitad inferior de su cuerpo apuntaba al este y la mitad superior al oeste… “El hombre fulminado”, Ahora lo terminaré…

Y la última victima, que fue la que se encontró mas deforme tenía un “6”… aunque el mensaje esta vez no fue referente a la obra decía: “La felicidad… el éxtasis… ¿debo temerme a mi mismo por no sentir pena por lo que hice?… No puedo parar”.
-“5”, “5”, “8”,”4”,”3”,”9”, “0”, “6”… 5”, “5”, “8”,”4”,”3”,”9”, “0”, “6… ¿Qué significa?- Me repetía a mi misma una y otra vez.
Ya había visto esa serie de números… ¿dónde?...
-55-84-39-06… ¡Es un teléfono!- Grité encerrada en mi habitación.
Ahora lo recordaba ese teléfono estaba en una agenda de la 5ta víctima… Debía ser su número personal. Tomé el teléfono y marqué la serie de números impaciente, sonó una vez, luego otra, cuando pasó un tiempo relativamente corto colgué. Era una tontería hacer lo que estaba haciendo… pasé el número a mi colega Raúl, él investigaría la dirección. Era solo cuestión de tiempo para encontrarlo.
Raúl no tardo en investigar, me llamó para decirme que era una casa al lado de un abandonado almacén de material para construcción… eso explicaba cómo obtenía el material tan inusual para cometer los homicidios…
Me encontraba sumida en mis pensamientos, feliz de estar a punto de cerrar un caso más, cuando fui a la cocina a beber un poco de agua. Luego miré el vaso, miré mi mano… Era mi mano izquierda… Soy zurda…
-¡Por Dios!, el acomodo de los platos en la primera victima… el vaso estaba a la izquierda…. La libreta de la 5ta victima… la letra no era muy común… era Zurdo… ¡Todos zurdos! –Dije en voz alta.

-Victoria… no esperaba menos de alguien como usted… Aunque algo tarde… uno no debe vivir en los demás sino que debería cuidarse a si mismo… Usted fue la primera en la que pensé al empezar a crear mis obras de arte… - Le dije mientras me acercaba a ella con una hacha… oxidada… El miedo que se notaba, la decepción, me llenó por dentro, mi cuerpo estaba lleno de excitación.
- La primera vez fue la más difícil. A ella la conocía desde hace tiempo… era una conocida mía de la infancia… - Le dije mientras, con toda mi fuerza, le daba un golpe con el hacha, cortándole casi por completo su brazo derecho…
Limpio mi hacha, ella esta sin cabeza y sin brazos… terminé la obra encajándole unas alas que yo mismo hice especialmente para ella… tengo sus dientes en mi bolsillo… y las gotas de sangre aun caen desde su degollado cuello al piso… donde había escrito: “La Victoria de Samotracia”.
Suficiente de escultura… vayamos con pintura.

Reciente actualización

Saludos, este día les presento el cuento con el que fui ganador en el Concurso de Jóvenes creadores literarios (FIL JOVEN 2006), que año con año realiza la Feria Internacional del Libro. Este cuento es bastante especial para mí, pues es el que me encaminó para elegir esta carrera y oficio. Esperando que les agrade, les presento: El escultor.

viernes, 17 de julio de 2009

Mi novia la Nalgona

MI NOVIA LA NALGONA Por El gato negro

La conocí en una reunión poco formal, ella tan alegre y linda; podía perderme en su cabello dorado (que en la raíz se notaba un castaño claro bastante encantador). Y esa sonrisa, solo Dios podría haber dado una blancura tan hermosa en tan alineados dientes. Su conversación comprendía de temas interesantes, novedosos y agradables, aunque yo prestaba más atención a sus movimientos labiales (¡que labios aquellos!), que a nuestros tópicos. Pero lo mejor de todo es que…
- Está bien nalgona wey.
-¡¿Neta?! Pues muchas felicidades muchacho, la verdad es que ya era hora, ya hasta joto te creía.
Mi querido compañero en todo tipo de ocasiones, Miguel. Siempre ha gustado acompañarme a conocer algunas jóvenes que fuesen una agradable compañía para nosotros (como buenos caballeros). Pero debo de admitir (para mi desgracia), que las señoritas encontraban mas interesante el físico de mi compañero que mis charlas aligeradas.
-¿Y cómo te quedaste con la nalgona esta?
- Mariana, Migue, la “nalgona esta” se llama Mariana.
- Huy huy, si hasta tú lo dices.
-Bueno, pero porque de verdad lo está…
- ¿Ya ves?, ya dime como fue que te ligaste a una mamacita como esa.
- Pues como que apenas se estaba recuperando de su pinche “ex”, la otra vez me dijo que el cabron la hostigó un buen rato.
- No, pues aguas cabron, no te vayan a manchar tu camisita.
A pesar de sentirme feliz (razón a parte de estar en un camión de la ruta 615 vacío, pues mi auto estaba en el taller por mantenimiento) por tener una chica tan linda y agradable como Mariana a mi lado, el comentario de Miguel me tenía intrigado. ¿Qué tal si ese chico descarado venia por problemas?, obviamente debía defender a mi dama como fiel caballero quien protege a su princesa. Pero muchos fieles caballeros habían caído en batalla… En fin, ¿para que preocuparme de eso si bien ese chico era cosa del pasado?, el presente era yo, mi chica y una cita en una taquería en la noche.
Esperé ansioso la llegada de mi amada, con una rosa en mi mano derecha… casi cae al piso al verla llegar. Una deliciosa minifalda de mezclilla abrazaba su cintura, una blusa corta blanca se pegaba a su parte superior, y unas lindas sandalias tenían el honor de anunciar sus pies pintados de un rojo llamativo. Digna musa mía, obra inigualable de Miguel Ángel, envidia de la Venus. Un siervo no es merecedor de tu presencia…
-Que guapota te ves- dije.
-¡Ay Raúl!, de verás que no te expresas fácilmente- besó rápidamente mis labios- ¿Cómo estás amor?
- Bien amor, aquí esperando a que llegues y que me atiendan los huevones de los taqueros.
Menos mal que los despachadores de aquel negocio no tardaron mucho más en tomar nuestra orden, por que de verdad tenía un apetito feroz (creo que no solo era de comida porque prácticamente podía comerme con miradas a mi compañera).
La velada continuó tranquila y debió terminar tranquila de no ser por ese grito entrometido.







-¡NALGAME DIOS!, ¡Con esas tortas y un chesco me atravieso todo el desierto!
¡Un individuo de baja estatura me había insultado a mí y a mi dama! Mi ira se desenfrenaba cual toro enfrentando al torero, burlón y ridículo (obviamente no fue tardía mi respuesta).
-¿¡Qué dijiste hijo de tu puta madre!? , ¡Es mi novia pendejo!
- Lo que oíste pinche fresita, ¡muy “nice” me saliste!
- A ver, párate pinche farol… ¡perdón, ya estas parado!
- Amor… ya déjalo.- Me pidió Mariana.
La discusión se enardecía, (no soy la clase de persona que suele ofender mucho, pero ¡parecía ir ganando!) pero lo que sucedió a nuestra charla me desanimo un poco…
- ¿A ver pinche pepon que traes con mi carnal?
Varios individuos de la otra mesa se habían parado, al parecer tenían algún parentesco con el individuo con el que me encontraba…ahm… charlando.
Me sentí en graves aprietos cuando Dios escuchó mis oraciones mentales y me envió un ángel (un ángel con mandil y papada).
- A ver pinches albañiles, ¿qué les dije con eso de estar viniendo a ajerar a los clientes?
- ¿Qué te importa pinche obeso?
Mientras ellos discutían aproveché la situación para conducir a Mariana a mi vehiculo. Cuando por fin estábamos ambos adentro mi seguridad fue interrumpida por un grito de batalla como ningún otro.
-¡Este cabrón ya se está yendo!
Estaba arrancando y tomando camino cuando de repente un estruendo se escuchó en la parte posterior. Seguí un poco y confirmé mis sospechas. Alguna persona había tomado la poco delicada decisión de estrellar mi vidrio trasero de un botellazo. Sin más ni más llegué a casa de Mariana y bajé del carro.
- Hay amor, me espanté bien machín. –Me dijo ella.
Traté de buscar el consuelo adecuado para la situación, así que la abracé.
- No te apures flaca, no volvemos a ir a esa pinche taquería.
- ¿Y el coche?
- Lo llevo a la agencia y ya amor, no es para tanto.
- Ah, bueno.
Ella me dio una mirada tierna y abrasadora y preparaba sus labios para unirnos en un solo ser en el universo cuando… de repente… se abrió su puerta (y de repente el único momento agradable de la cita se derrumbo).
-A ver muchachos, chiflando y aplaudiendo- dijo su madre que salía a recibir a su hija.
- Buenas noches señora, ¿cómo ha estado?
- Bien Raúl, ¿y tú?
- También bien.
Ya había conocido antes a su madre, una señora agradable y simpática, que (para mi buena fortuna) era buena amiga de mi madre. Antes de conocer a Mariana su madre insistía en que nos conociéramos, es por eso que le hable en aquella fiesta. No sabía mucho de su padre, pero según Mariana era un excelente tipo que la quería mucho… es por eso que esperaba no encontrarlo en un buen tiem…






- Buenas noches, tú debes ser Raúl- El tipo alto de lentes en la puerta debía ser su padre (alto…robusto de brazos y piernas… el que parecía ir diario al gimnasio…)
- Buenas, sí señor soy yo.
- Que bien, ¿no gustas pasar?
- La verdad señor es que…
- ¡No!... insisto… - De repente la mirada de su padre me pareció más penetrante que otras que había visto. Comenzaba a extrañar al tipo bajito y a su hermano en la taquería.
Sentado en la sala con su padre, su madre y ella me sentía un poco protegido, hablamos de mis estudios, mi trabajo y por supuesto de fútbol. Pero no fue hasta que su madre subió a acostarse y que Mariana salio por no se que cosa al súper cuando…
-Bien pinche señorito, ¿qué chingados quieres con mi hija?
-No sé a qué se refiere señor la verdad es que…
-La verdad es que te la quieres coger, o que ¿nada más un fajesito?
No lo soporte, saqué valor del fondo de mi conciencia y me paré.
-Mirrew- trague la flema en mi garganta- Mire, yo respeto a su hija… y ¡la quiero…! es por eso que necesito que…
Su mirada seguía fija mientras mi tono de voz descendía y después… sonrió.
- Así me gustan, con huevitos y chorizo. Mas te vale que no le hagas nada a Mariana y seguimos siendo compas… o si no te presento yo a mis compas y veremos si sigues así de cabrón. Ándale váyase a su casa y después te invito a ver jugar a las Chivas.
Por fin iba saliendo cuando vi a mi hermoso ángel.
-¿Ya te vas amor?, te ves medio pálido.
-Sí amor ya me voy, no te apures estoy bien mi flaquita.
Me besó, me besó como si no hubiese a haber un mañana, y con semejante sensualidad que parecía un pecado (aparte que su padre estaba en la otra habitación).

Las siguientes semanas pasaron como en la gloria, viéndola casi a diario, o si no llamándonos. Estar con semejante persona me hacía pensar que no iba a terminar nunca. Y yo (después de mucho tiempo sin novia) me sentía satisfecho. Pero salir con Mariana Ramos de la Cruz no era algo que pudiese ser tan sencillo. Esas semanas fueron la calma previa al ciclón. Un mensaje llegó a mi celular, un mensaje sencillo y al grano.
“Te espero en la plaza •$•”% (censura puesta para evitar demandas), a las 5 de la tarde, no faltes o te busco”.
Llegué puntual, Miguel me acompañaba cual fiel escudero, era obvio de quien era el mensaje. El caballero oscuro que quería derrocar al príncipe extranjero. El tirano dictador que luchaba contra el bohemio, la papa frita que estaba contraria a la…
-Tú eres el pinche Raúl, ¿verdad?
-Si, tú eres el puto que quiere partirme la madre por andar con la Mariana.
-Yo soy tu padre, y me llamo José, y vengo por lo que es mío.
Acto seguido a sus palabras tiró un golpe a mi mandíbula, y obviamente me lancé sobre él.
-Ahora si te cajeaste pinche maleta- dije al patearlo.
-Cállate cabron, esa nalgona es para mi- respondió mientras me golpeaba a puño limpio.







-No cabrón tú no ayudas a nadie- le dijo Miguel a otro tipo del que siquiera me había dado cuenta de su existencia.
Todos peleábamos, algunas caminantes nos miraban, unos alentaban otros amenazaban con llamar a la policía. Yo, golpe tras golpe le recordaba a José (que obviamente se habrán dado cuenta era el ex novio de Mariana), sus seres queridos. Miguel era como un campeón, (¡algunas chicas se fijaron en él mientras peleaba!) y yo por fin triunfaba sobre el enemigo. Golpeé su estomago y cayo al piso. Enardecido por mi victoria apunte su rostro y le grite.
-¡Yo tengo el culo de la Mariana!
-Raúl… -temía voltear, pero lo hice- ¿Qué dijiste?
-Mariana, yo… este…
Se acercó a mí lucía triste, mal… decepcionada y antes de que pudiera decir más me abofeteó, y aunque sólo era una mujer, dolió… dolió mas que cualquier golpe que me hubiera podido dar cualquiera.
-Yo no soy pinche objeto… yo soy una persona, no una parte del cuerpo o… ósea… -sus ojos se llenaron de lagrimas- no soy una pinche cualquiera…
Y salió corriendo, llenando sus pequeños ojos de lagrimas, dejándome sordo… tan sordo que no escuché la sirena de la patrulla y me dejó ciego, tan ciego que no vi a José a mi lado.
Así un rato después yo, Miguel, José y el amigo de José estábamos compartiendo un poco privado cuarto en la cárcel. Todos enojados, pero callados, y se rompió el silencio.
-Todo por esa pinche vieja… ¡ni fajármela pude!- dijo José.
-Cállate pinche caliente, bien ardido andabas- defendió Miguel.
- Ya no te vuelvo hacer paritos eh Pepe- Dijo el amigo de José.
-Cállate que después quién te presta feria…- Dijo José.
Y entre discusiones de rencores amorosos por fin hable.
-¿Saben qué fue lo primero que vi cuando conocí a Mariana?
-El culo –respondieron los tres al unísono.
-No, sus ojos… los demás fueron los que me dijeron que ella está nalgona… si no ni en cuenta…- José primero río y después pensó.
-Mira carnal, la verdad Mariana siempre me levantaba el ánimo… yo sólo pensaba en ella como un objeto… ya sabes… alguien en quien pensar mientras te la jalas… pero cuando se fue, me di cuenta cómo me hacía falta esa sonrisa o esos pinches chistes que dice que ni hacen reír.- Reí ahogadamente al recordar eso.
-Yo… sí la quiero a mi flaca… no sé por qué dije eso.
- Porque está nalgona-Dijo Miguel.
-Sí, pero no la quiero nada más por eso.
José se sentó a mi lado me tendió la mano y me dijo.
-Wey, yo nunca he amado a nadie como tú quieres a la Mariana, soy bien pinche celoso, pero te la mereces… cuídala o te parto la madre.
Estrechamos manos, desde ahí supe que José no molestaría más… así que salí y me puse a pensar, debía conquistar la montaña más alta, cuando por casualidad llegue a la cima con elevador. Ahora no debía flaquear, sabia que la amaba.
-Migue, tráete tu guitarra, ‘amos con mi Mariana.
Mariana sonreía mientras cantaba desafinadamente, su padre se quedo abrazando bonachonamente a su madre recordaban viejos tiempos, Migue tocaba y yo… yo me enamoraba más… de mi novia la Mariana… mi novia la nalgona.

Nuevas actualizaciones

¡Hola!, por fin y después de varios tropiezos puedo actualizar el Blog. Esta vez presentando un cuento que escribí hace ya varios años, publicado en la revista Destellos, Mi novia la nalgona. Agradeciendo a mi amiga Fabiola por haberme hecho el favor de de darle un vistazo y corregir al texto.
Saludos.